El uso residencial del agua en las ciudades es el más significativo. En el caso del Distrito Capital, las acciones implicadas en este uso se traducen en intercambios relativos a una dinámica urbanística y territorial que involucra más de siete millones de habitantes y miles de hectáreas urbanizadas. Dicha dinámica está soportada por un medio ambiente natural -de escala local, regional y global-, con una frágil capacidad de recuperación, especialmente en lo referente a la biodiversidad de las especies de flora y fauna constitutivas de los ecosistemas acuáticos y terrestres del entorno urbano regional.